COACHING FAMILIAR: 3 CLAVES PARA TRANSITAR LA PANDEMIA
El coaching familiar es una parte sustancial del proyecto educativo de Jardín Crisol, Colegio Crisol y Colegio Bosque del Plata, porque consideramos a los padres como primeros educadores y entendemos que nuestra tarea como centros educativos es la de acompañarlos, colaborar con ellos y brindarles herramientas para desempeñarse de la mejor manera en esta labor indelegable, maravillosa y para toda la vida que es educar a los hijos.
Coaching familiar en tiempos de COVID-19
En el contexto actual de pandemia, el coaching familiar cobra aún mayor relevancia porque pone a los padres en la difícil situación de actuar como referentes para sus hijos en medio de una coyuntura que nos aflige a los adultos tanto como a los chicos. Nos cuesta hacer frente al encierro, compatibilizar familia y trabajo en un mismo espacio y en simultáneo y va afectando nuestro carácter, generando hipersensibilidad, irritabilidad, agotamiento, etc. Para encontrar recursos prácticos y poder enfrentar este desafío charlamos con Cecilia Palavecino, especialista en Coaching Familiar y Disciplina Positiva. - ¿Qué podemos hacer para lidiar mejor con el torbellino de emociones que nos genera este tiempo? Lo más complejo que nos presenta el COVID – 19 es que sabemos que tuvo fecha de inicio el año pasado pero no tenemos “fecha de vencimiento”. De cara a esa realidad lo más es conveniente pensar y decidir qué hacer para encarar esta nueva etapa con espíritu deportivo, con una mirada positiva y de aprendizaje, siendo un referente para seguir, ejerciendo un liderazgo de esos que arrastran y dan ganas de imitar. - ¿Y cómo logramos esto? Creo que lo importante es hacer hincapié en tres aspectos clave, que nos van a ayudar a modificar actitudes, a pensar en nuestra mejora personal y a generar un clima positivo en el ambiente en el que nos desempeñemos, ya sea la familia, el trabajo o la pareja:- Revisar nuestra ACTITUD PERSONAL en este segundo año, que trae algunos desafíos ya conocidos y otros novedosos, con qué actitud me planto ante ellos, ¿como víctima o como protagonista?, sabiendo que ya vivimos mucho de lo que está pasando y nos encuentra con menos fuerzas y más irascibles a algunos de nosotros.
- Hacer foco en nuestro estilo comunicacional. La COMUNICACIÓN NO VIOLENTA nos brinda herramientas para expresar nuestras necesidades y pedidos de una manera asertiva, completa y clara, sin generar que el que nos escucha se sienta juzgado, amenazado o a la defensiva. Naturalmente, es válido para todos los ambientes en los que interactuemos. Para ello, hay que pensar lo que diría de la manera habitual y cómo traducirlo de forma asertiva. Un gran ejercicio intelectual que trae sus frutos de manera exponencial.
- Refrescar las habilidades y virtudes que se nos van quedando en el camino con el paso del tiempo. Desde la FLEXIBILIDAD, para adaptarnos permanentemente a lo que se nos propone desde afuera; seguir desarrollando el OPTIMISMO porque es una virtud que se aprende y comenzamos y recomenzamos tantas veces como haga falta educando nuestra mirada, rescatando el medio vaso lleno; y la ESPERANZA, que, además de ser una virtud teologal, para los que tenemos fe, ya hemos ganado la guerra, tenemos alguien que nos cuida y nos protege, desarrolla la capacidad interior de cuidar el propio entorno y volverlo lo más amigable posible. Somos dueños de nosotros mismos y nos hacemos cargo de las respuestas que le vamos a dar a la “nueva realidad”.